martes, 9 de diciembre de 2014

Sam Hamill: Moradas





Sam Hamill



 



































                                                                                            para Ian Boyden
1.

Tierra. Líquenes alpinos,
coloridos como una naranja,
digiriendo lentamente la piedra.
Tierra negra;
roja tierra, tierra marrón,
polvo escarchado.

Los desfiladeros fueron esculpidos
durante siglos y siglos
por las aguas, los hielos.
Desfiladeros de piedra,
montañas expulsadas hacia la superficie
por los continentes en movimiento.

Del otro lado del río,
los grandes árboles
se arquean en el viento.
Los vivos son la morada
de los muertos.
Sí...
qué pequeño es un hom

2.

¿Cuán pequeño es el hombre
que lee las rocas
y escucha el susurro
de los álamos ?

¿Cuán grande es el corazón
que mide el corazón
de un hombre
con un puñado de tierra ?

¿Cuánta esperanza y tristeza
es un hombre con un puñado de tierra
y un corazón  que se despliega
bajo la luz de la luna ?

Escuchá atentamente
a las estrellas, al batir
de las alas del chotacabras,
escuchá al  silencio.

A la luz de la luna
la susurrantes aguas del río
nos dicen sus secretos
y los grandes árboles tiemblan.

3.

Los grandes árboles tiritan
y el río es risa
y las rocas ruedan
con las crecidas del río,
son pulidas
por las aguas.

La paciencia de la piedra,
una multitud de árboles,
la luna como testigo―

Si sólo la emoción humana
pudiera ser hallada
en las cosas de este mundo...

Hasta el río
agota su tiempo
se ahoga en el desierto
o vacía sus aguas
en un océano.

4.

Un océano
de tiempo, vastos mares de la memoria:
el detritus
contiene las semillas
de la belleza.

Él arrastró desde el río
un antiguo tronco de cedro,
semi petrificado
y lo utilizó para hacer las tapas un libro.
Con los dientes de un tiburón, jibias  
y hueso de ballena, fosilizado;
preparó los pigmentos para la tinta;
de la piedra, el alma
de la piedra,  tierra de la tierra,
transformada, transmutada-
de cardo y pluma,
materia realizada
sin embargo es un organismo,
posee vida.

Digo, los árboles escuchan
e incluso la tierra tiene mente.

5.

La tierra tiene una mente
que legisla los árboles,
cada uva en la viña,
y los árboles y el vino definen
la luz cambiante
que arde dentro de la mente.

Raíces de la memoria tribal
se queman en soledad,
en el vasto no saber
de este mundo conocido.

Gneis. Pizarra. Fracturado mármol. Esquisto.
Granito. Carbón negro
comprimido, transformado en diáfano diamante.

Los huesecillos del oído de la ballena,
el gran árbol derribado por los vientos,
ambos transformándose en piedra,
molidos para pigmentar la tinta.

Cien mil años
en una pequeña piedra.
Una pluma es una cosa mágica.
Y ¿Cuál es su significado?

6.

¿Qué significa
cuando alguien dice  “El
majestuoso álamo,” o
“la nobleza del pino”?
Roble achaparrado
pino de los pantanos,
cedro, álamo y olmo
cada uno tiene su poeta
con adjetivo y rima.

Pues el río,
nos gusta creer, fluye
a través nuestro, y
cuanto más noble el árbol,
más recta nuestra columna vertebral.

Abajo a través del suelo duro,
doscientos pies de profundidad,
a través de capas de basalto bajo el nivel del mar,
yo perforé  buscando un río en la tierra,
una vena,
agua para un hogar
de cedro y el abeto.

Sagrada, el agua; sagrada, la madera.

7.

Sagrados, estos bosques
reclamando la tierra,
rica en detrito
transformándose en su alimento.

Sagrado, el jardín, su río
de piedras, su musgo,
lirios de la pradera y sus arces enanos.

¿Deberían los árboles permanecer erguidos?
¿Se despierta, anima, excita
el Katsura cuando le brotan nuevas hojas?
Su sangre surge.

Dejá que las piedras lo digan.
Dejá que el río lo cante nuevamente.
Escuchá atentamente el silencio.
Escucha ese lenguaje
ese que no nos pertenece.

8.

Esta tierra no nos pertenece.
Para nosotros, sólo el sacramento
de su fecundidad,
y el gran misterio,
y el misterio de nuestro pasar.

Los árboles más altos se arquean,
plumas en el viento,
y nosotros nos maravillamos
escuchando la música del agua bajo la luz de la luna.

No nos pertenece, este misterio que penetramos,
esta extraña morada.
La marea crece.
El río y los árboles, las piedras y el hombre permanecen.

Saboreando el vino, terroir,
es saborear la tierra y el sol.
Saborear los peces
es respira el mar.

Mi hermano, el poeta ciego,
utiliza sus oídos para ver.
Allí en las altura, la Cruz del sur,
el río de los cielos, la Osa mayor.

9.

Vamos a la deriva en el río de los cielos
bajo la gran osa
o bajo la cruz
en la nave de los sueños.

Flotamos a la deriva en nuestra nave de los sueños
sobre la tierra
y rara vez la tocamos
a no ser que ésta se derrumbe sobre nosotros.

Y, sin embargo los árboles
nos elevan hacia el mundo,
las lluvias nos limpian,
tomamos nuestro alimento de la tierra
todo sacramento y abundancia

antes de regresar a la tierra,
al polvo, a la roca,
idos como el canto del zorzal,
todo devorado y renacido.

10.

Devorados, devorando, y renacidos
la tierra sobrevive.

Aquí, donde las vastas sombras
de los árboles que se arquean se reflejan
en las olillas del agua iluminada por la luna,
existe un mundo a sus anchas, en reposo,

indiferente a la nave de nuestros sueños,
nuestra paleta de deseos temporales-

Este tiempo puede se medido únicamente
por los siglos del hielo y el fuego
y por aquello que puedan traer los vientos.

Observando a estas mismas estrellas
que inspiraron a los artistas de Lascaux:
el gran vacío,
ese misterio que es hambre en el alma.

El bisonte ha desaparecido, y el mastodonte,
la mariposa que cabalgó los vientos
hasta México y regreso,
la avecilla que le cantó al amanecer-
todos devorados,  renaciendo.

11.

Todo devorado y con la necesidad de renacer,
los hambrientos buscan un maestro,

Haciendo el papel, preparando la tinta,
remojando el pincel, el maestro dice,
“Dibujá el sonido de la brisa en los pinos.”
Y, sonriendo, agrega, “ No seas
tan tonto como para dibujar sólo árboles.”

En la mente de un Buda,
ni una flor.
Shiva la creadora, Shiva la destructora.

En un sendero en la cumbre de los Alpes
en las alturas, más alla de la vegetación,
me arrodillé ante un glaciar
y miré hacia abajo, cientos de metros

observé los peñascos y las rocas en una cañada,
y por un instante, supe
que esta antigua tierra, los anaranjados líquenes alpinos
lentamente devoraban la piedra.



Sam Hamill (Estados Unidos, 1943) Poeta, ensayista y traductor del griego, latín, estonio, japonés y chino. Es autor de más de quince libros de poesía, ensayos y de unos cuarenta volúmenes en traducción.
Ha enseñado en prisiones durante catorce años, en programas de artistas en residencia por veinte y trabajado ampliamente en favor de las mujeres y los niños desprotegidos. En enero del 2003 fundó Poets Against the War (Poetas contra la Guerra). Su obra ha sido traducida a más de una docena de lenguas.