jueves, 28 de julio de 2016

José Emilio Tallarico: Reductos





José Emilio Tallarico

























                                                    a Vladimir Nabokov

I

Bien sabe el ajedrecista
del riesgo material de su intuición,
eso que para el poeta implica moneda de cambio.
(En el ajedrez se puede perder
con las ráfagas que necesitaba el poema.)
No obstante, el trozo de universo que ambos arrojan
sobre el paño no obstruye, no perturba:
administra razones (o indicios de que hubo allí
                                                            algo exultante).
Socios en las mudanzas del fuego y el cansancio,
los poetas y los ajedrecistas desvarían
por un amor inexplicable.

II

Poetas y ajedrecistas se yerguen en la noche
                                                        de la memoria.
Saco la testa del pantano y toco el fuego.
Un buey resopla tras una tranquera imaginaria.
La tristeza que nunca abandonó su musa
deambula por mí.

III

Hasta el patio de la memoria
(una cuadrícula infinita, una palabra despejada)
llegan Lolitas, Adas, Mariposas, Arlequines.
La repetición será confusa e infinita.
La muchedumbre se repite,
las aflicciones también se repiten.
Recuerdo el “índex”:
aquella lista de libros prohibidos
se exhibía en la vitrina del patio de la parroquia:
1°-“Lolita”
2°- “Trópico de Cáncer”
3°- “El Capital”
Las tías, las catequistas, los finados se repiten.
Giran purretes en torno a la higuera parroquial.
(Poesía: amor de mi vida; ajedrez: fetiche santo.)
Vuelan tus mariposas, Nabokov.
Yo las persigo para que queden atascadas
en las jaulas del sueño.

IV

Por aquel entonces Nabokov escribía:
“Las palabras reflejadas sólo pueden tiritar/
como alargadas luces que se contorsionan/
en el espejo negro de un río/ entre la ciudad y la bruma”.

VI

(Descubrí un corredor
entre el papel en blanco y el tablero.
Un pasadizo: ahí estuvo mi mano.)

VII

Nabokov escribía:
“Un destino envidiable he ansiado conocer: 
/Durante mucho tiempo anhelé,
cansado esclavo, volar hacia/
Un lugar remoto de trabajo y puro júbilo.”

VIII

(Hay un cruce entre lo posible y la derrota.
Eso me informa el cuerpo.)

IX

Temeroso, ahora voy con blancas.
Mi juego: 1P4R-…

José Emilio Tallarico (Bs.As.1950). Publicó  Huésped y testigo, 1986; Siglonía, 1988; Ese espacio
que tiembla, 1993; El arreo y la fuga, 2000; Andariveles, 2006 y Creés mirar lejos y otros poemas, 2011. Actualmente -y desde el año 2009-  forma parte del grupo de videoconferen-cias de poesía Agentina-Francia: Travesías poéticas,  y codirige el ciclo de lecturas y entrevistas: El Orate y la Musa.  Publicó artículos y poemas en varias revistas literarias del país. Fue traducido parcialmente al portugués, al catalán, al italiano, al francés y al neerlandés.